Sobre el escape



Rojo.

González Lelong y Fortín Yunká. Miércoles, 13 hs. La más pequeña de los cinco chicos que viajan en la scooter va parada sobre el escape. ¿Dónde más podría ir, si no hay lugar y, aun así, hay que ir? Hay que llegar de cualquier manera.

El peligro es parte esencial de la pobreza, como lo son también la osadía y la alegría. Porque la más chica, desde ese rincón precario que le toca, viaja feliz. Es su lugar, su puesto asignado en el viaje cotidiano. “¡Qué inconsciencia!”, vocifera una señora que, a pocos metros, conduce cómoda su Honda Wave recién comprada en cuotas.

Alguien toma una foto. Esa imagen pronto llegará a las redes, y el club de odiadores seriales se encenderá con comentarios sobre la imprudencia y exigirán pena y castigo desde la comodidad de sus teclados.

En el mientras tanto —ese espacio donde habitan los que sortean las incomodidades de un país desigual—, muchos otros seguirán viajando sobre el escape, aferrados a lo poco que hay. Llegarán todos juntos, como sea, sin dejar a nadie atrás.

Amarillo.

Verde.


Imagen de Andreas Fröhlich en Pixabay

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