¿Qué quiere decir que te lean?
Que te lean es también que no te crean, que estén en desacuerdo con vos, que no les guste lo que escribís, que les dé bronca, vergüenza, incluso me animo a decir asco. Que te lean es habilitar la presencia de un otro con todas sus mañas, un otro presente, inevitable y necesario. Sólo la escritura literaria, y el arte en general, es capaz de habilitar con tanta potencia la presencia de otros, de muchos otros. Escribís, para que te lean, pero no para que repitan como opas lo que vos escribiste (vos que te considerás conocedor de todos los temas y poseedor de una sensibilidad incuestionable) sino porque cuando escribís iniciás una conversación con ese fulano o fulana que te escucha del otro lado de la página, vos provocás ese diálogo porque, aunque digas que no, vos sabés que esa conversación con esos otros a los que les hablás en la oscuridad del tiempo y las distancias viene siendo una conversación pendiente, inevitable, impostergable, o porque simplemente se te cantan las pelotas decir algo. Vos, escritor, escritora, sos un iniciador del fuego mágico y humano de la conversación que se aviva con el combustible inagotable de las palabras.
Que te lean es todo eso, y más. Es saber que no estás solo, que hay algo más que tu estúpido rostro en la pantalla, que hay un otro que es capaz de entrar en sintonía y que cuando te lee se sorprende de que digas lo que decís, y se caga de risa, o se enoja y te putea, y está bueno, porque eso te confirma un par de cosas: que te escucha, y que tanto vos como él, o ella, están vivos.
Que te lean, escritor, escritora, aunque no les gustes es impagable. Que te lean aunque te envidien y te odien y hablen mal de vos y digan que todo lo que sale de tu birome es una bosta. Que te lean hace que valga la pena seguir escribiendo.
Todo el que escribe desea una sola cosa, encontrar un lector de eso que se le sale hasta por los poros, que no se aguanta y se le escapa entre los dedos mientras acaricia el insulso teclado. Y cuando logra al fin encontrar un lector, confirma que no está hablando solo, regando con palabras el paraíso artificial de las máquinas.
Eso sí, querido escritor o escritora, no esperes aplausos de tus lectores, no ansíes sus likes, regocíjate con la controversia, la discusión, el enfrentamiento, la crítica mordaz y el debate. Vos poné la otra mejilla y dejá que te peguen bajo, dejá que se rían, que hablen. Porque siempre que alguien te escuche con la mirada, que mantenga los ojos clavados en la página tendrás la chance de saberte escribiendo, y entonces, puede ser que algo de tanta incertidumbre comenzará a tener sentido.
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