Pornografía y lectura

 Ver leer a alguien un cuento, una poesía, o un algo en alguna de las tantas presentaciones de ferias y mesas de lecturas, o en las redes y espacios virtuales, es una especie de pornografía intelectual. Porque, vos ves a ese hombre o a esa mujer teniendo una relación casi orgásmica con las palabras. Ciertamente, leer da placer. Eso es indiscutible. Pero hay gente que lleva ese placer a su máxima expresión. Al punto que en las interminables sesiones públicas de lectura uno puede ver lectores con gestos compungidos, respiración entrecortada, ojos que parecen extraviársele en cada vuelta de página. Entonces, te das cuenta de que en serio ese fulano o esa fulana está gozando con lo que lee, pero no es sólo eso, además, de autosatisfacerse con leer, el sujeto, o la sujeta, goza con que le vean leer. He ahí el asunto pornográfico del que lee en vivo y en directo. En ese placer voyeurístico de saberse observado mientras da riendas sueltas a su fetiche intelectual de alto reconocimiento social, allí radica el meollo de la cuestión. 

En la creciente industria de la pornografía seudoliteraria no se trata de quién la tiene más grande, o quien la pone más adentro, sino se trata de mostrarse capaz del mayor gozo posible durante el mayor tiempo disponible, y desde luego con la mayor cantidad posible de observadores en el auditorio. Es en todo sentido una construcción colectiva del placer. 

 Ocurre un fenómeno pocas veces documentado en la historia de la humanidad: la existencia pasiva de cientos, miles, millones de observadores de lectores gozando. Entonces, ya no importa el contenido, o el significado de lo que se lee, sino que el acto mismo de enunciar la lectura resulta el significante que provoca la curiosidad mórbida de los espectadores. Cómo disfruta leer, cómo le gusta, llega a decir algún parroquiano. Estamos en presencia entonces, de un nuevo tipo de lector, un lector pornográfico, cuya experticia en el arte amatorio de las palabras es envidiado por seguidores y detractores. Y sienta las bases para un movimiento literario, cultural y acaso político que cuenta con las condiciones necesarias para dominar el mundo.