Fracasos

©Por Sandro Centurión

Avda. Kirchner y Los Pindos, Martes, 22,15hs. A la izquierda una camioneta Amarok 4x4, llantas de aleación, barras antivuelco, vidrios polarizados oscuros, luces led bajo el chasis. Música tecno retumba en el interior. Un grandote medio calvo es quien maneja el vehículo. Viaja solo. Enfrente, sobre el paso peatonal aparece de pronto el muchacho que hace malabares. Lo he visto anteriormente, en esta y en otras esquinas presentando su breve espectáculo de malabares. Esta vez emplea cuatro pelotas de colores brillantes. Parecen pintadas con fibrones, de esos que utilizan los estudiantes universitarios para subrayar fotocopias. Arroja las pelotas al aire y hace su magia. Se sonríe. Es evidente que disfruta de lo que hace. Arroja las pelotas cada vez más alto y las vuelve a atrapar haciendo de la coordinación mente manos ojos pelotas algo cada vez más complejo. Entonces, algo falla, una de las pelotas extravía su recorrido y cae el piso. El muchacho se sonríe, recoge la pelota desobediente y recupera el truco por un par de segundos y entonces vuelve a suceder. El tiempo del semáforo casi se acaba. El muchacho lo sabe y por eso concluye el acto, ahora avanza por entre la fila de autos en busca de su recompensa.

— Se te cayó. Yo no pago fracasos —escucho que le dice el grandote de la Amarok. El muchacho baja la cabeza, se sonríe por obligación, y se aleja de la calzada. Amarillo. La Amarok acelera y dobla como si nunca se le hubiera caído una pelota.

Verde.

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