Fracasos
Avda. Kirchner y Los Pindos, Martes,
22,15hs. A la izquierda una camioneta Amarok 4x4, llantas de aleación, barras
antivuelco, vidrios polarizados oscuros, luces led bajo el chasis. Música tecno
retumba en el interior. Un grandote medio calvo es quien maneja el vehículo.
Viaja solo. Enfrente, sobre el paso peatonal aparece de pronto el muchacho que
hace malabares. Lo he visto anteriormente, en esta y en otras esquinas
presentando su breve espectáculo de malabares. Esta vez emplea cuatro pelotas
de colores brillantes. Parecen pintadas con fibrones, de esos que utilizan los
estudiantes universitarios para subrayar fotocopias. Arroja las pelotas al aire
y hace su magia. Se sonríe. Es evidente que disfruta de lo que hace. Arroja las
pelotas cada vez más alto y las vuelve a atrapar haciendo de la
coordinación mente manos ojos pelotas algo cada vez más complejo. Entonces, algo
falla, una de las pelotas extravía su recorrido y cae el piso. El muchacho se
sonríe, recoge la pelota desobediente y recupera el truco por un par de segundos
y entonces vuelve a suceder. El tiempo del semáforo casi se acaba. El muchacho lo
sabe y por eso concluye el acto, ahora avanza por entre la fila de autos en busca de su
recompensa.
— Se te cayó. Yo no pago fracasos —escucho que le dice el grandote de la Amarok. El muchacho baja la cabeza, se sonríe por obligación, y se aleja de la calzada. Amarillo. La Amarok acelera y dobla como si nunca se le hubiera caído una pelota.
Verde.
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