La vertical
La primera vez que hice la vertical tenía ocho años. Había intentado demasiadas veces mantener el perfecto equilibrio con las piernas a la altura de la cabeza y luego de incontables fracasos finalmente lo logré. Desde entonces me mantuve haciendo la vertical. Me convencí de que si bajaba las piernas era probable que no me volviera a salir nunca, por eso me mantuve con los pies para arriba y la cabeza para abajo y ya no las bajé hasta el día de hoy. Por eso, la gente me ve siempre caminando con las manos, y me saludan, y los que no me conocen se sorprenden pero los que me ven todos los días ya saben que yo soy así. Ahí viene José Verti, dicen, y luego siguen con sus cosas como si nada. Yo también me acostumbré a ver al mundo andando patas para arriba. En realidad, para mí no es al revés. Esta es mi normalidad desde hace más de treinta años. Así como antes de los ocho no me salía la vertical ahora no me sale la vertical inversa, como ya llamo a andar como vos andás, caminando con los pies. No creas que no lo intenté. Probé en la cama, sobre la alfombra, en el césped, y en el agua, pero no hay caso no logro quedarme de pie ni dos segundos. Me caigo y entonces me quedo como sé quedarme, que es con la vertical. Hago todo desde esta posición, que me resulta de lo más cómoda. Se me complica manejar el auto pero me las arreglo con la bicicleta. Hay mucha gente a la que no le sale la vertical, de todas las edades, tanto hombres como mujeres. Nadie puede cuestionar que soy un experto en la materia. Por eso, me puse a enseñar, primero en el patio de mi casa, y como el patio me quedó chico alquilé un galpón bien amplio y abrí mi academia . Ahí instruyo a mis estudiantes en el arte de hacer la vertical. No creas que hacer la vertical es mero ejercicio, o una acrobacia circense, no. Esto va más allá. El verticalismo está destinado a convertirse en un movimiento artístico, cultural y político que busca una transformación revolucionaria de la mirada, la propia, la de los otros, la de todos. Los que profesamos la filosofía de la vertical entendemos que podemos ser mejores personas si ubicamos la cabeza más cerca del suelo y los pies en el cielo. Es como caminar en el aire. Por eso somos un movimiento de liberación humana, y somos un montón. La gente se engancha porque si yo pude cualquiera puede. Todos se ponen super contentos cuando al fin logran hacer su primera vertical. Eso sí, debo advertirte, hacer la vertical tiene sus riesgos. Además, de alguno que otro golpe en la cabeza esta práctica puede ser sumamente adictiva. El que empezó a ver el mundo de cabeza no vuelve a ser el mismo. Si te animás, acomodá los brazos y empujá las piernas. Te prometo que no te vas a caer.
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