El esclavo perfecto
Se sabe que la búsqueda de la perfección y la excelencia no es patrimonio exclusivo de los hombres libres. También los esclavos, los antiguos y sobre todo los modernos han desarrollado una cultura y un talento especial para optimizar su función social.
El esclavo perfecto no sólo es aquel que hace lo que su amo/patrón le ordena, sino sobre todo hace además lo que el patrón/amo no le ordenó pero debió hacerlo. El perfecto esclavo sabe de antemano lo que su patrón/amo necesita y necesitará. Lo intuye y lo siente porque el esclavo perfecto está siempre atento al deseo y la voluntad del patrón/amo. Por eso hace todo y más, siempre más y en su hacer de mas demuestra que los otros esclavos del redil no son tan perfectos como él. Sólo puede haber un esclavo perfecto por amo. Uno que sobresale por encima del resto en su capacidad de obsecuencia y sumisión plena.
El esclavo perfecto tiene como único premio el aplauso, la sonrisa complaciente del patrón/amo, la mano tibia de su patrón/amo en el hombro, y el saberse superior al resto de los esclavos. En la búsqueda de esa perfección al esclavo se le va la vida, el cuerpo y el alma. Es una tarea solitaria y triste. Un precio justo a cambio de la ansiada perfección al servicio de la felicidad de su amo/patrón.
©Sandro Centurión
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