Basura

En épocas de carestía y crisis económica disminuye notablemente la cantidad de basura que se recoge cotidianamente en los barrios más humildes. El papel de periódico, y las hojas de cuadernos y carpetas reemplazan al costoso papel higiénico. Los restos orgánicos de yerba y frutas sólo aparecen en las bolsas de basura a principio de mes. Una que otra lata de porotos o arvejas vacía y vencida. Desaparecen las botellas descartables de gaseosas y son escasos los restos de comida. Hay días en que en las veredas de las casas humildes sólo crece el pasto. No hay nada para recoger. Es lógico, a menor consumo menor cantidad de desperdicios. Muy por el contrario, en la zonas más acomodadas de la ciudad la cantidad de basura se mantiene constante e incluso se incrementa. A pesar de la cruel y feroz crisis económica suelen verse enormes cantidades de basura en los parterres. Bien ordenada y separada en enormes bolsas de colores, como nos tienen acostumbrados las nobles familias de la ciudad. Así reflexiona Tucho, el recolector de residuos domiciliarios, mientras recoge y arroja al camión la pequeña bolsa de nylon que resume mi situación económica, y mi lugar en el mundo.

© Sandro Centurión


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