La fórmula
X no se sentía igual a Y. X se sabía distinto de Y. X odiaba a Y. X sometió a Y en cumplimiento de los principios universales de la Teleciencia que decían que X no era igual a Y (todos saben que la Teleciencia fue creada por X). Y se rebeló contra X. Y venció a X y recuperó sus derechos. Ahora Y era igual a X. X no aceptó la proposición inversa y la consideró una aberración telecientífica.
X inició la contrarrevolución. X sostenía que Y era corrupta e inmoral. X venció a Y. Entonces, X demostró que era mejor que Y. Y desapareció de la ecuación. El estado de perfección profetizado por la Teleciencia finalmente ocurrió.
Y entonces,
todo fue X.
X era igual a X.
X no soportó
su propia equidad, e inventó a Y.
© Sandro Centurión
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